viernes, 28 de abril de 2017

Falsas Civilidades: Caso Carlos Jáuregui.


Por Rodrigo Cabrera SchiedaUn mínimo aporte en torno a las discusiones que pretenden ser políticas en un escenario devastado semánticamente.
Durante casi todo el último año asistimos a debates profundos en torno a la figura de Carlos Jáuregui por lo menos en la superficie discursiva de las instituciones, legislatura, poder ejecutivo de la ciudad de Buenos Aires; de algunos medios especializados, algunos textos ficcionales o documentales, como historia clínica o el puto inolvidable en cine y sobre todo en las redes sociales.
Podríamos plantear aquí ya una problemática entendiendo que hay algunos textos que requieren de alguna “respuesta” por parte de la comunidad LGTBIQ y efectivamente la tienen. No entendemos que los textos pasen desapercibidos por las vidas de las personas. Con respecto a los textos documentales que fueron circulando por los medios masivos de comunicación, las personas elgieron verlo o no verlo según sus preferencias, podían cambiar de canal o no, podían decir en caso de haberlo visto si tenían alguna expresión de valor o disvalor con respecto al aporte documental o bien sugerir alguna valoración estética en torno a la construcción del texto visual. El criterio es entre lo bueno y lo malo, lo lindo y lo feo y se pueden fácilmente identificar en los foros o en los canales virtuales de difusión.
Con respecto a los mensajes que dan las instituciones republicanas de gobierno, como la Legislatura y el poder ejecutivo de la Ciudad de Buenos Aires estamos ante una realidad distinta en el criterio de valoración esta es la equivocación de algunas personas que dentro de la comunidad o fuera de ella ejerciendo un rol de ciudadanía aplican un criterio erróneo. No se puede decir si me gusta o no me gusta como si pudiera ejercerse de manera caprichosa alguna valoración sobre una norma: Ponerle un nombre a algo de dominio público está regulado por una norma que votaron todas o la mayoría de las fuerzas políticas en el ámbito del órgano legislativo de la Ciudad.
En el caso no sólo de la estación de la línea H Santa Fe Carlos Jaureguí , sino también en la plaza Carlos Jauregui en Cochabamba al 1700, o la publicación por parte de la legislatura del libro Acá Estamos, Sexualidad y política en la Argentina, o las múltiples declaraciones a la jornadas Carlos Jauregui, en fin y las muchas que vendrán seguramente, también son actos normativos de creación de leyes que requerirán una aplicación.
A mí me parece que sobre esto no se pueden hacer valoraciones del criterio del me gusta o no me gusta, es erróneo, incluso en las notas publicadas las personas que expresan desacuerdo, (el acuerdo o el desacuerdo sería lo más lógico). El punto es que las personas que están en desacuerdo en las redes sociales o en los comentarios de las notas en los portales de los periódicos , lo expresan a partir de una desvaloración de la figura de Carlos Jáuregui y terminan con una valoración personal, en torno a un criterio estético, Y no a la figura que se jugó por su identidad e irrumpió en el espacio público y político de la época sentando un precedente importantísimo de rango constitucional en la estatuyente de la CABA. Que permitió de primeras la derogación de los edictos policiales de la dictadura, por medio de los cuales no solo los de la Comunidad LGTBIQ , sino todas las personas pudieran vivir con mayor libertad.
Es interesante que para participar, en la vida pública lo hagamos con criterio, las leyes no están en el orden de lo que es, sino en lo que debe ser. Y la verdad es que Carlos como muchos otros deben tener un reconocimiento por parte de la sociedad, por creer y luchar por una sociedad más libre, e igual.
Lo otro queda para la ficción o para la red social, chicos no es poesía ver la carne transpirar.